Hace
un mes atrás, el 15 de febrero de 2013, en adhesión al Día contra el Cáncer Infantil,
organizamos un taller dirigido al equipo de salud sobre “¿Cuándo sospechar cáncer en el niño?”. Esta actividad tenía como
objetivo reforzar las redes de diagnóstico precoz y derivación, ya que el
pediatra de cabecera es una figura clave en la detección temprana de las
enfermedades oncológicas.
Muchos
papás nos preguntaron entonces acerca de qué
información debía tener en cuenta la familia, para hacer la consulta a
tiempo. La Dra. Adriana Berretta*, especialista
a cargo del taller, nos contestó algunas preguntas para guiar a los padres ante
las dudas y la angustia que puede suscitar la posibilidad de un diagnóstico oncológico.
La clave es acudir al Pediatra de cabecera
El
consejo fundamental de la Dra. Berretta es consultar
al pediatra ante cualquier síntoma o signo que nos llame la atención. “Es
el pediatra quien deriva el paciente al oncólogo y esta debería ser la ruta
habitual”, enfatiza la especialista.
¿Por
qué es primordial la responsabilidad del pediatra? Porque los síntomas de cáncer en niños son inespecíficos: es decir, son
signos que podrían significar muchas enfermedades. Es dicho profesional el
encargado de diferenciar de qué se tratan, y en todo caso, solicitar una
consulta con un hematólogo u oncólogo para llegar
juntos al diagnóstico.
Esto
nos lleva a otra consideración muy importante. “Actualmente, con la costumbre
de llamar a los servicios de emergencia, los niños carecen de médico de
cabecera: ante fiebre, dolor de oídos, molestia al tragar, es más fácil
llamar al servicio y que vengan a tu casa, que ir a ver al pediatra de la
familia, quien conoce al paciente y por eso puede detectar rápidamente si se trata de
algo inusual o no”, alerta la Doctora. Y señala también la importancia de realizar siempre “una revisación completa, aunque le duela la
garganta y el médico le vea las placas”. Muchas veces, nos cuenta, un tumor abdominal es
descubierto en medio de una consulta por anginas, antes de que cause dolor o
sea palpable para el padre.
Una enfermedad diferente
La
Doctora nos aclara también que el cáncer
infantil es muy diferente de la enfermedad del adulto: “A veces los familiares, debido a que es más frecuente el cáncer en los
mayores, tienden a extrapolar lo observado en ellos y esto no es correcto”.
Así, por ejemplo, mientras en los adultos los tumores más frecuentes puede ser
los de pulmón, mama o colon, estos no existen en los niños, y son en cambio la leucemia, los tumores del Sistema Nervioso Central (SNC) y los linfomas los que representan el 70% de todos losdiagnósticos en pediatría oncológica.
Asimismo,
mientras el cáncer en el adulto se origina en tejidos diferenciados, y en general
tienen que ver con la exposición crónica a ciertos agentes (ambientales,
tóxicos o infecciosos), en el niño son
indiferenciados, se encuentran diseminados al diagnóstico y no se ha hallado
evidencia de vínculos con causas ambientales. Por eso, no se pueden generar
campañas de prevención o detección precoz, como podrían ser en el adulto la
promoción de dejar el cigarrillo o la realización de mamografías periódicas. (Podés ver una explicación más exhaustiva de este punto en el video de "INC responde")
A todo esto esto se suma que, como señala la Dra. Berretta, “es muy angustiante pensar que un niño (nuestro hijo o nieto o familiar) pueda tener este diagnóstico, la sola mención por parte del pediatra hace que muchas veces recurramos a otros profesionales buscando aquel que apoye nuestra negación y esto ocasiona retrasos en los estudios”. Esta demora puede implicar que el niño llegue en malas condiciones para soportar el tratamiento o que requiera terapias más intensas y complicadas, con mayor riesgo de secuelas a largo plazo.
Baja frecuencia, buen pronóstico
Para
minimizar la ansiedad de los papás hay que decir también que el cáncer infantil representa solo el 2% de
la patología oncológica en general, no es una enfermedad muy frecuente.
Pero, al mismo tiempo, advierte la Dra. Berretta, “es la primera causa de muerte por enfermedad entre los niños de 5 a 15 años” (la primera causa en general son los accidentes).
Por
otra parte, es bueno recalcar una vez más que las posibilidades de curación son elevadas: “Si consideramos todos los cánceres pediátricos juntos (de mal y buen
pronóstico, localizados y diseminados) alrededor del 60% deberían curarse ya
que en general la mayoría tiene excelente respuesta al tratamiento”, cuenta
la Doctora.
Algunos síntomas para prestar atención
Como
ya dijimos, y remarcamos, los síntomas
de cáncer son inespecíficos y pueden corresponder a un grupo de
enfermedades distintas, más severas o más leves. La alerta más importante sería
que los padres consulten ante “signos y síntomas que no ceden con la
medicación habitual o se prolongan en el tiempo o se presentan de manera inusual,”
explica la especialista, y nos brinda los siguientes ejemplos:
-Dolor que despierta al niño de noche o
causa impotencia funcional (deja de caminar o camina mal) y no hay justificación (como un golpe).
-Cefalea que se presenta ya al despertarse.
La causa más frecuente de cefalea, que son alteraciones en la agudeza visual,
en general se producen en la tarde / noche por agotamiento ante el esfuerzo
realizado, por eso hay que prestar atención a cefaleas matinales.
-Fiebre
sin explicación que no cede con tratamientos habituales y se asocia a palidez y
hematomas frecuentes.
-Ganglios en sitios inusuales que no mejoran
con tratamiento antibiótico y en lugar de disminuir de tamaño, continúan creciendo.
-Otitis con supuración crónica.
-Dolor abdominal crónico, sospecha de masa en abdomen.
Si
un síndrome febril no se resuelve con tratamiento habitual o aparecen signos de
afectación hematológica o un ganglio crece en un sitio o de manera inusual, es el
pediatra quien nos derivará al oncólogo o hematólogo especializado en atender y
resolver la patología típica de esta edad, nos explica la Dra. Berretta. Por
eso, señala nuevamente, en todos estos
casos se debe consultar al pediatra de cabecera del niño.
“En general, si a los papás nos derivan a una
consulta con un hematólogo u oncólogo pediatra, esta debería ser lo más pronto
posible”, dice, pero añade para tranquilizar,
que lo habitual en un caso de emergencia es que el pediatra se comunique directamente con el especialista de
referencia y nos gestione la cita.
“Aunque el
diagnóstico y el tratamiento es complicado y requiere un gran esfuerzo de todo
el grupo familiar, vale la pena recorrer el camino”,
finaliza la Doctora.
*Jefa del Servicio de Hematología del Hospital
de Niños, Jefa del Área Pediátrica del Servicio de Hematología y Oncología del
Hospital Privado y Socia Fundadora de nuestra Fundación
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